Salamanca y sus ciudadanos afrontan mañana un Lunes de Aguas muy diferente al habitual. El confinamiento decretado por el Estado de Alarma para frenar la expansión del coronavirus COVID-19 obligará a los salmantinos a trasladar la celebración a sus viviendas y dejará las calles vacías en un día que, otros años, puebla de miles de personas la ribera del río Tormes.
Así, a la tradicional imagen de zonas como los alrededores del Puente Romano o de la Ciudad Deportiva de La Aldehuela repletas de familias y grupos de amigos disfrutando de la tarde festiva y del popular hornazo, la sucederá una atípica jornada en la que la celebración se trasladará a las casas y los grupos de amigos y familiares estarán obligados a ‘reunirse’ a través de videollamadas.
No obstante, existen varias iniciativas surgidas para tratar de amenizar la jornada festiva a los salmantinos a pesar del confinamiento. Así, la Federación de Vecinos de Salamanca (FEVESA) propuso durante las últimas horas, a través de la red social Twitter, celebrar el Lunes de Aguas en el balcón, entre las 18.00 y las 20.00 horas, en lo que dio en llamar el ‘Balcornazo’, para que los salmantinos disfruten del hornazo y la jornada festiva junto a sus vecinos.
También el Ayuntamiento de Salamanca ha desarrollado una guía de actividades para celebrar el Lunes de Aguas sin salir de casa, que se emitirán a lo largo de toda la jornada a través del canal de YouTube del Consistorio salmantino. Entre las mismas se encuentra una interpretación de gaita y tamboril, una obra de teatro, un programa de juegos populares, la lectura de un cuento, una sesión de baile o la interpretación de la canción ‘Resistiré’, símbolo en España de la lucha contra el coronavirus, entre otras propuestas.

La tradición
El origen de la festividad tradicional salmantina del Lunes de Aguas, que se celebra cada año en la capital y en la provincia, se remonta a la tradición oral, que recordaba ya en la Edad Media la conmemoración del paso del Mar Rojo por los israelistas en la adaptación de la Pascua judía a la cristiana.
No obstante, ese origen se fue modificando con el tiempo y, desde el siglo XVI, se instauró la leyenda que asegura que una orden real impidió el trabajo en las casas de mancebía durante las semanas previas a la Semana Santa y en la propia Semana de Pasión, lo que obligó a las prostitutas de la ciudad de Salamanca a abandonar la capital salmantina antes de la Cuaresma.
El destierro de las prostitutas finalizaba una semana después del Lunes de Pascua cuando, una vez superada la prohibición de ejercer dicho oficio, un religioso conocido como el ‘Padre Putas’ cruzaba el río Tormes con una barca para recoger a las mujeres en la otra orilla y regresar con ellas a la ciudad, donde eran recibidas en una gran jornada festiva.
Con el paso de los años, la celebración fue modificándose hasta convertirse en una jornada de convivencia familiar y de grupos de amigos en la ribera del río Tormes, principalmente en las zonas del Puente Romano y de La Aldehuela, donde los salmantinos comparten, entre otros productos, el tradicional y reconocido hornazo charro, en una celebración que se extiende a varias localidades de la provincia que acompañan la jornada incluso con romerías.
