La truficultura se presenta como una alternativa basada en la naturaleza capaz de generar oportunidades de negocio rentables en amplias zonas del medio rural y en parte de la España vaciada. Sin embargo, la globalización de los mercados, el cambio climático, la falta de vertebración del sector y el escaso conocimiento del recurso entre los consumidores condicionan el desarrollo del sector.
Así lo expuso hoy el director del Instituto Micológico Europeo (EMI), Fernando Martínez Peña durante la inauguración del seminario científico-técnico sobre los retos y oportunidades de la truficultura en un mercado global, que se celebró tras la inauguración de la XIX Jornada de la Feria de la Trufa de Soria en Abejar.
La jornada sirvió para analizar el estado actual del sector trufero, desde la producción al consumo, y la mejora del conocimiento necesario para potenciar la innovación en un contexto global.

“Es importante tener en cuenta la dinámica de la producción trufera desde una perspectiva global. El ritmo de plantación en los distintos territorios truferos, la edad de las plantaciones, la profesionalización del cultivo y su capacidad de adaptación al cambio climático afectarán a todo el sector en su conjunto”, explicó Martínez Peña.
Durante el seminario significó, además, la importancia de la organización, vertebración y cooperación del sector a nivel local, nacional e internacional, ya que existen muchos puntos de interés común especialmente entre los productores europeos. Asimismo, señaló que desde el EMI se colabora con las federaciones de truficultores europeos del Grupo Europeo Tuber (GETT) en este sentido.
Respecto a la situación de la truficultura en Castilla y León, el técnico explicó que la pandemia afectó al canal Horeca y con ello a la demanda de trufa procedente de los restaurantes, y agregó que se notó en los precios que bajaron y en que la industria conservera ha aprovechado para aprovisionar producto. No obstante, apostilló afortunadamente, poco a poco se está recuperando la hostelería y el turismo y con ellos la demanda del consumo de la trufa.
Respecto a cómo aumentar el consumo de trufa en España, una asignatura pendiente, el experto aseguró que se necesita una buena campaña de marketing, una mayor promoción conjunta del producto y la educación al consumidor. “Es importante aumentar la demanda a partir de la difusión del conocimiento de la trufa y la popularización de su consumo en hogares y restaurantes. Hay que poner en valor la singularidad del producto y de sus territorios de producción, su calidad, su forma de recolección, el papel de los truficultores en el desarrollo rural”, destacó.
También, consideró, es importante diversificar el modelo de negocio, pensar en el potencial del trufiturismo y profesionalizarlo, así como buscar sinergias con otros productos turísticos vinculados.
La feria de la trufa de Soria en Abejar y el concurso ‘Cocinando con trufa’ son ejemplos de promoción consolidados a nivel provincial y autonómico, según Martínez Peña, pero también son muy importantes las iniciativas de cooperación internacional como el simposio trufforum, que este año trabajará con prescriptores de la trufa en hostelería de España, Francia y EEUU para promocionar dicho consumo de la trufa. “Todavía falta mucho trabajo que hacer en este sentido en nuestro país”, apostilló.
En España se estima que existen unas 20.000 hectáreas de plantaciones truferas con una producción superior a las 100 toneladas anuales.
Retos
Respecto a los retos pendientes, para Martínez Peña es necesario invertir en la eficiencia del cultivo y en particular la cantidad y distribución del riego en las plantaciones. El control de las plagas como el leiodes cinnamomeus; la gestión del micelio y la dinámica de la producción de los carpóforos. También, la influencia del clima, el hábitat, la microbiota y los métodos de producción en la maduración, la calidad y el perfil aromático de las trufas. Asimimo, ve la micoselvicultura necesaria para conservar las truferas naturales como reservorio genético son otros aspectos en el que los técnicos deben investigar para ayudar al sector a ser más competitivo.
Asimismo, Martínez Peña destacó la caída de la producción de la trufa silvestre que tiene una mayor dependencia de la irregularidad climática que las plantaciones, cada vez más profesionalizadas y provistas de sistemas de riego. “La trufa silvestre se ha visto afectada por el abandono de los usos tradicionales del monte (pastoreo, carboneo, corta de leñas). Como consecuencia, los montes se han densificado y eso ha afectado negativamente a las truferas silvestres”, añadió.
Por último, destacó que Castilla y León, tiene un fuerte potencial trufero especialmente en las provincias de Soria y Burgos. Actualmente en otras provincias como Segovia, Palencia y Valladolid existen zonas de aptitud trufera y plantaciones en producción. “Soria es sin duda la provincia donde el sector de la trufa está más arraigado y desarrollado. Fue una de las zonas pioneras en el cultivo de la trufa en España con la mítica plantación de Arotz establecida a principios de los años 70”, recordó.
A pesar de su potencial y de su desarrollo, el crecimiento de la truficultura en las provincias de Castilla y León en los últimos años ha sido menor que en otras zonas. “Destaca sin duda la provincia de Teruel, donde actualmente se encuentra el principal área de producción de trufa negra (tuber melanosporum) del mundo”, concluyó.