La Audiencia Provincial de Valladolid ha condenado a diez años de cárcel a cada uno de lo seis acusados del crimen de la plaza Circular, en octubre de 2018 acabó con la vida de María Aguña Martín.
Después de que el jurado popular considerara por unanimidad que los seis acusados no causaron la de forma intencionada la muerta a la víctima y les consideró culpables de causar su fallecimiento de forma imprudente, la Audiencia les condena por un delito de lesiones en concurso con un delito de homicidio por imprudencia, por lo que les impone a cada uno -Rubén Alonso Rocher, Arso Atanasov Iliev, Emil Artinov Minayan, Antón Androv Mihaylov, Gabriel Emilov Kamenov y Gabriel Mladenov Krasimirov- la pena de cuatro años.
Además, también condena a los seis acusados a tres años y seis meses de cárcel por un delito de robo en casa habitada, en grado de tentativa, y a dos años y seis meses por pertenencia a grupo criminal. También fija una indemnización conjunta de 40.000 euros para cada uno de los tres hijos de la víctima. Como ya dictamino el jurado popular, la Audiencia les absuelve de un delito de detención ilegal.
Antes del juicio, el Ministerio Fiscal solicitada 31 años de cárcel para cada uno de los acusados. 18 por un delito de asesinato, cinco por robo con violencia, con el agravante de abuso de autoridad, los mismos que por el delito de detención ilegal y tres más por pertenencia a grupo criminal. A su vez, se reclamaba una indemnización de 100.000 euros para cada uno de los tres hijos de la fallecida.
Los hechos se remontan al 17 de octubre de 2018, aunque días antes los acusados realizaron tareas de vigilancia en las inmediaciones del domicilio. En la mañana del asalto, todos los acusados se reunieron en un local de Valladolid para ultimar detalles y, en previsión de la que víctima pudiera ofrecer resistencia, se desplazaron hasta una tienda para comprar cinta americana y una caja de cartón para depositar el dinero.
En el juicio, se puso de manifiesto que los acusados, una vez en el domicilio, arrojaron a María Aguña al suelo del pasillo, donde la propinaron varios golpes y puñetazos, tratando de que les informara donde guardaba la llave que abría la caja fuerte, dado que su búsqueda por varias dependencias de la vivienda habían resultado infructuosa. Además, y ante los gritos socorro de la víctima, los encausados la amordazaron con cinta americana, adhesivo que también utilizaron para atarle las manos.
Mientras tanto, el timbre de la vivienda sonó dos veces en un breve espacio de tiempo, lo que provocó que los acusados, temerosos de que alguien pudiera acceder a la casa, decidieran marcharse sin haber logrado su propósito. Tras su huida, dejaron la víctima tumbada en el pasillo, con varias vuelta de cinta americana en torno a la cabeza que le cubrían desde la nariz hasta el mentón, de manera que tenía totalmente tapada la boca y de forma parcial las fosas nasales.
El cadáver no fue descubierto hasta el día siguiente, cuando su familia llamó a la policía alertada al no responder a sus llamadas telefónica ni abrir la puerta de casa.