El jefe del servicio de Radiología y Radiodiagnóstico del Hospital Clínico San Cecilio de Granada, José Luis Martín Rodríguez, avanzó hoy que, según las conclusiones del TAC realizado a los tres pequeños restos óseos del infante don Pedro tenía entre seis meses y un año y medio de vida en el momento de su fallecimiento, que la leyenda atribuye a una caída desde el Alcázar. Los huesos están muy deteriorados y además sufría un proceso metabólico que altera el desarrollo, tipo raquitismo, lo que podría hacer que “infraestimáramos entre seis u ocho meses la edad”.
El trascoro de la Catedral de Segovia acogió el acto de presentación de las conclusiones del estudio antropológico elaborado por la Universidad de Granada y las pruebas realizadas en el hospital de la misma ciudad a los restos óseos hallados en un cofre en el sepulcro del infante don Pedro, durante la rehabilitación de la sala de Santa Catalina. El doctor Martín Rodríguez explicó que todos los huesos “están en fase de desarrollo infantil ya que no están unidos a epífisis, observando metáfisis o partes de ellas de la parte distal de los mismos”.
Las radiografías realizadas de 0,33 milímetros de grosor a los restos da tres conclusiones. La primera es que están “en deficiente estado de conservación” y que corresponden por tamaño a un menor de entre seis meses y 18 meses, sin poder indicar el género.
En segundo lugar, según su informe, las alteraciones observadas sugieren que pudiera tener un proceso metabólico que altera el desarrollo y produce modificaciones, tipo raquitismo. Los expertos recordaron que esta patología era habitual en los hijos de la nobleza europea, como los infantes, porque no se les exponía al sol.
Precisamente que el infante don Pedro, que falleció el 22 de julio de 1366, padeciera raquitismo hace que el catedrático de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Granada, José Antonio Lorente, encargado del futuro estudio genético de los restos, planteara que todavía se está valorando la idoneidad de tomar una muestra de los deteriorados huesos para conseguir una datación de los mismos.
“La degradación tan alta y la patología del raquitismo pude hacer variar en un margen muy amplio de tiempo la datación de los restos y está por valorar si merece la pena. Está por ver”, resumió. El estudio genético, que no permite datar la antigüedad, está pospuesto por la situación actual de la pandemia y como pronto podría iniciarse en la primavera de 2021. En ese momento, ya sí se podrá confirma el sexo biológico de los pequeños huesos.
Recreación en 3D
En este acto, al que acudieron un gran número de invitados, los representantes de la Universidad de Granada y el Hospital San Cecilio hicieron entrega al Dean de la Catedral de Segovia, de una caja de taracea, con una bandera española, con la impresión en 3D de los fragmentos para que puedan ser conservados, expuestos e incluso estudiarlos sin que sea necesario tener que acudir a los huesos originales por su fragilidad.
La responsable del estudio antropológico de los restos óseos procedentes de la sepultura del infante don Pedro Enrique de Castilla, la doctora Inmaculada Alemán, no pudo viajar a Segovia al estar en una cuarentena preventiva en su casa, tras un positivo por coronavirus en su departamento. En su informe, leído por el doctor Lorente, deja claro que el estado del huesos, que pertenecen sin duda al mismo niño, tienen es «deficiente”, además al faltar las regiones autonómicas que pueden ofrecer información sobre el sexo, “sólo se han podido obtener datos fiables referidos a la edad de la muerte”.
Fragmentos de fémur y tibia
De los tres restos, la tibia es la única que se conserva entera, con una longitud máximas de 98,25 milímetros. Según sus apreciaciones y el método propuesto por Cardoso en 2014, “con un intervalo de confianza del 95 por ciento se puede indicar que el niño tenía una edad de entre seis meses y 1 año y medio en el momento de su muerte”.
También se halló el extremo distal del fémur derecho, que como el proximal de la tibia, muestran “un claro engrosamiento”, lo que junto con otras evidencias hace “pensar en alteraciones patológicas que son compatibles con las producidas por el raquitismo”. Esta teoría fue confirmada por el estudio de radiodiagnóstico. El tercer resto óseo encontrado pertenecía al fémur izquierdo, el más deteriorado y con una longitud de 82,6 milímetros.
Más leyenda que evidencias científicas
Tras estas primeras investigaciones la historia popular sobre la muerte del infante sigue presentado muchas preguntas que la ciencia todavía no ha podido confirmar. Según la leyenda, don Pedro falleció el 22 de julio de 1366 al caerse desde una ventana o una almena del Alcázar cuando estaba al cuidado de una aya, que decidió tirarse al vacío tras el accidente del pequeño.
El arqueólogo territorial de la Junta, Luciano Municio, presente en el acto de presentación como invitado, tras las preguntas realizadas sobre si puede confirmar la causa de la muerte del infante por caída y desde qué altura, sostuvo que “estas dos preguntas no tienen contestación desde el punto de vista de la Historia” porque no hay documentación de la época ni posterior. “Es una leyenda urbana muy bonita que siempre se ha contado en Segovia y se contará pero sin base histórica para sostenerse”, subrayó el arqueólogo.
Restos textiles
El Centro de Conservación y Restauración de Simancas analizará la ropa con la que fue enterrado el infante. La conservadora Pilar Pastrana explicó que recibieron hace 15 días las piezas que están en cuarentena, por protocolo COVID. “A partir de la semana que viene iniciarán toda la documentación fotográfica y el análisis de las fibras de las túnicas”, sostuvo pero avanzó que por las fotos recibidas sí corresponde con un niño de una edad entre un año y un año y medio. Sus conclusiones no estarán hasta la primavera.